Hay una comarca en el interior de la provincia de Pontevedra llamada la "Comarca del Deza" compuesta por varios pueblos. Uno de ellos se llama Silleda, a unos treinta kilometros de Santiago de Compostela. Es una zona muy rural, de montes, valles y ríos en un entorno realmente idílico para perderse y olvidar este ajetreado ritmo de vida que llevamos. Inviernos muy fríos y veranos templados. Como en toda Galicia, de lluvias regulares a lo largo del año.
Allí encontré el domingo pasado a un grupo de gente a quien les gusta mucho el baloncesto. Nadie les ha dado dinero para pagar los gastos que supone inscribirse en una liga federada, no tienen entrenador, se han comprado hasta los balones, a cambio, seguro que tienen trabajo y familia a la que dedicarse, ya no son unos niños, por la pinta, todos pasaban de los treinta, solo pueden entrenar los viernes por la noche. Os aseguro que el pabellón no es lo último en instalaciones deportivas.
Eran seis. Terminaron el partido con dos jugadores, uno de ellos con una notoria cojera. El resto se desgallitaba en el banquillo animando a sus compañeros en la pista. Al terminar el partido, su capitán me dijo que estaban tratando de buscar jugadores para poder ser más competitivos y estar a la altura de la competición, actualmente llevan nueve derrotas en nueve partidos, pero que no era fácil encontrar jugadores por allí.
Ver personas como ellos en un campo de baloncesto, anima a seguir entrenando y a minimizar todas las dificultades diarias, y a pensar que merece la pena el esfuerzo familiar que a todos nos supone el entrenar.
Desde este blog quisiera agradecer a los componentes del CB Silleda por hacer lo que están haciendo, por jugar al baloncesto a pesar de todas las dificultades que les acarrea y creo que, muchas veces se gana a pesar de que, al final del partido, metas menos puntos que tu rival.
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